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22 Enero, 2007

OPINIÓN: EL ACCIONISTA DE A PIÉ, POR O. LANDERRETCHE

Que Pasa, Viernes 19 de enero, 2007En los últimos días se ha desatado una batahola política sobre la pregunta de si es que Sebastián Piñera usó o no información privilegiada en su adquisición de acciones de LAN

Que Pasa, Viernes 19 de enero, 2007

En los últimos días se ha desatado una batahola política sobre la pregunta de si es que Sebastián Piñera usó o no información privilegiada en su adquisición de acciones de LAN. Esta columna no pretende dar una opinión sobre si el evento ocurrió. No tengo la menor idea. Tampoco se pretende dar una opinión jurídica sobre las definiciones legales de información privilegiada en Chile. Solo se pretende contextualizar la importancia simbólica de este evento en las discusiones técnicas en que estamos envueltos.


Hace una semana, en esta misma revista, recomendábamos a los lectores un notable libro llamado "Salvando al Capitalismo de los Capitalistas" de Raghuram Rajan y Luigi Zingales.  El libro, si ustedes recuerdan, destacaba la importancia que podía tener para la construcción de una sociedad justa y una economía eficiente la existencia de potentes y profundos mercados de capitales. El argumento de Rajan y Zingales se fundamenta en un viejo resultado de la economía y las finanzas: de que los mercados de capitales perfectos conducen a que las mejores ideas empresariales y los individuos con las mejores capacidades sean financiados con crédito y capital.  Los mercados de capitales perfectos conducen a la meritocracia y la eficiencia. 


El mundo de los mercados de capitales disfuncionales es el mundo en el que no se evalúan los proyectos empresariales sino los pergaminos sociales, el peso político y el colateral financiero del empresario en cuestión. El mundo de los mercados de capitales disfuncionales es uno donde se resguardan los derechos de propiedad de los grandes capitalistas, pero no de los pequeños ahorrantes. Es un mundo en que no valen las ideas y el esfuerzo, sino el poder. Ese es un mundo del privilegio oligárquico. El punto de Rajan y Zingales es que la construcción y mantención de mercados de capitales perfectos requiere de la intervención del Estado como regulador. De otro modo los mercados de capitales son capturados por los ganadores, los que terminan cerrándolos, monopolizando el acceso al crédito y apropiándose de la información. El regulador tiene la obligación de fomentar la transparencia, de resguardar los derechos de propiedad de todos los inversionistas, la eficiencia de las transacciones, la cobertura y la accesibilidad.


Nuevamente: no tenemos la menor idea quién tiene la razón legal en el conflicto entre la SVS y Sebastián Piñera. No sabemos si es que hay o no precedentes, si es que esto es mal de muchos o exceso de sigilo de la Súper. No sabemos si la demora de la investigación fue mucha o poca. No sabemos casi nada.


Si entendemos lo siguiente: que el objetivo de política pública detrás del actuar de la Superintendencia es correcto desde un punto de vista técnico económico y financiero; y, crucialmente desde el punto de vista de la estrategia de desarrollo del mercado de capitales chileno. Lo que está haciendo la SVS es proteger los derechos del accionista minoritario, del simple ahorrante, del accionista de a pié que no tuvo tiempo de evaluar la información a la que tienen acceso los accionistas controladores. Lo que está haciendo la entidad es resguardar la noción de que el mercado de capitales chileno está abierto a todos en igualdad de condiciones. Este es un objetivo de gran importancia y la disposición a defender sus convicciones técnicas, aunque requiera enfrentarse a uno de los hombres más poderosos de Chile, es una muestra de enorme valentía que debe ser valorada.


Hace algunos días salió el ranking de libertad económica del ultra conservador think tank norteamericano Hertiage Foundation. Chile salió ranqueado en el lugar 11 de 157 países (subiendo desde el lugar 14 el 2006). Nos superan Suiza, tres ciudades banco (Singapur, Hong Kong y Luxemburgo); y el mundo anglosajón (Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelandia e Irlanda). Para efectos de este párrafo, supongamos por un momento que es algo bueno estar bien ranqueado de acuerdo a Heritage. Hagámonos la siguiente pregunta: ¿Cuáles serán los estándares de protección de los derechos de los accionistas minoritarios que tendrán los 10 países que nos superan? ¿Serán más o menos estrictos que los chilenos? ¿Tenemos buenas razones para no intentar emular las mejores prácticas internacionales?


Es importante que nos hagamos este tipo de preguntas, porque, a pesar de lo bien que nos ranquean en la Heritage, no es necesariamente cierto que el sistema de mercados libres y abiertos chileno este completamente legitimado en nuestra sociedad. Es importante hacer estas preguntas porque estamos rodeados de países en los cuales la población ha llegado a la conclusión de que no hay caso con regular a los capitalistas, de que la elite siempre va a encontrar resquicios y excepciones para hacerse de las oportunidades, de que tiene más sentido enfrentarse a ellos, renunciar a que los mercados de capitales sean un instrumento de igualdad y sencillamente usar el Estado para compensar o incluso combatir a la iniciativa privada. Me pregunto si es que queremos que la población llegue a esa conclusión. 


Personalmente me sorprende Sebastián Piñera. Me sorprende porque su historia es la de alguien que hizo su fortuna a punta de talento, ingenio y ganas. Alguien que es un verdadero empresario, no un heredero. Me sorprende porque tiene un Ph.D. en economía de Harvard y, por lo tanto, tiene que entender lo crucial que es la protección de los derechos de los accionistas minoritarios. Me sorprende porque tiene el potencial de ser el primer presidente de origen puramente empresarial desde Jorge Alessandri, por lo que el desarrollo del mercado de capitales, su legitimidad social y su sustentabilidad política tienen que ser algunas de sus principales preocupaciones de largo plazo. Sebastián Piñera tendría que ser el paladín de los accionistas minoritarios, no su depredador. No puedo entender, finalmente, que no le haya sido evidente y obvio que él tendría que auto-imponerse estándares más altos que los que están en la ley. No por la razón instrumental de que la Concertación fuera a decir esto o lo otro, sino, más bien, por una convicción respecto del tipo de mercado de capitales, economía y sociedad a los que aspira quien pretende ser Presidente de Chile.  


Me pregunto si es que él tiene esa convicción. Me parece que Etchegaray si la tiene.