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En el período en que Chile y el mundo estaban amenazados por el COVID 19, se realizaron muchos estudios para averiguar las consecuencias de la pandemia en la salud mental de las personas. Sin embargo, poco se ha hablado de los efectos en la salud mental del estallido social. En este estudio recién publicado por la revista Social Science and Medicine, Duarte y Jiménez utilizan datos de la encuesta ELSOC que se levantó, justamente, entre noviembre de 2019 y marzo de 2020 y que, con distintos instrumentos, midió síntomas depresivos y percepción de destrucción en el vecindario.

Mediante un modelo de variable instrumental se determinó la relación causal entre la percepción de destrucción y los síntomas depresivos. En términos generales, los resultados arrojan que la percepción de destrucción del vecindario durante la revuelta social de 2019 aumentó significativamente, y este aumento tuvo un efecto en la prevalencia de síntomas depresivos moderados a graves, aumentándolo en un 18,7% y en la probabilidad de tener un episodio depresivo subumbral o mayor, aumentando esta probabilidad en un 15,2%.

Al diferenciar por género se observa que en los hombres el impacto de la destrucción percibida sobre los síntomas depresivos tuvo un efecto significativo, en cambio, fue menor en las mujeres. Y si bien la asociación positiva entre la percepción de destrucción del vecindario y los síntomas depresivos se manifiesta en todos los grupos etarios, los efectos aparecen con más fuerza entre las personas adultas jóvenes.

En definitiva, los investigadores constataron un efecto concreto de la violencia relacionada con protestas sociales sobre la salud mental, específicamente, en síntomas depresivos. Estos hallazgos son especialmente importantes en tiempos de creciente agitación sociopolítica pues constituyen un llamado a generar políticas sociales destinadas a proteger el bienestar mental de la población.