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14 Octubre, 2009

RECUPERACIÓN PARA LA ECONOMÍA CHILENA

Todo parece indicar que la economía chilena está tocando fondoLunes 5 de octubre de 2009Todo parece indicar que la economía chilena está tocando fondo
Todo parece indicar que la economía chilena está tocando fondo
Lunes 5 de octubre de 2009

Todo parece indicar que la economía chilena está tocando fondo. La caída libre de la producción industrial está llegando a su término. La actividad inmobiliaria se está reviviendo. El escenario internacional también parece haberse estabilizado, con una economía china que está volviendo a crecer a un ritmo parecido al de antaño, ahora impulsada por la inversión pública y un fuerte aumento en el crédito de la banca al sector privado. En consecuencia, el precio del cobre ha estado al alza durante varios meses, aunque un componente es claramente especulativo.
No es bueno fiarse de los datos de muy corto plazo para hacer proyecciones. Bien vale la pena recordar que la Gran Depresión de los 30 estuvo marcada de varias “falsas alboradas”.  Desde luego, existen diferencias bastante marcadas entre la situación actual y la que prevaleció en ese entonces. La más importante ha sido la masiva intervención fiscal y monetaria con que las autoridades en muchos países han salido hoy a hacer frente a lo que ya ha venido en llamarse la Gran Recesión. Chile no ha sido una excepción: el paquete fiscal de comienzos de 2009 fue contundente.
Desde que comenzó la crisis, las autoridades monetarias en el mundo entero adoptaron posturas de apoyo a la liquidez. Quizás las más agresivas fueron las que tomó la Reserva Federal. El pragmatismo se impuso sobre el dogma, demostrando que Ben Bernanke había aprendido bien las lecciones de los 30. Si bien las autoridades chilenas siguieron una línea similar, su reacción fue muy tardía. Sólo hacia comienzos de 2009, casi cuatro meses después del colapso de Lehman Brothers y del congelamiento del crédito a nivel mundial, comenzó el Banco Central a rebajar las tasas de interés y a apoyar la liquidez mediante medidas no convencionales y probablemente ahondó la recesión en forma innecesaria.
No es dable esperar que la economía mundial se recupere en forma dramática en los próximos meses. A pesar del comportamiento positivo de China, India y algunos otros países, la economía de Estados Unidos aún está sometida a presiones recesivas importantes. Ello, porque los hogares están recomponiendo sus menguados ahorros, el desempleo sigue aumentando (aunque a tasas mucho más moderadas) y los bancos aún tienen en sus libros los activos tóxicos que los hacen renuentes –o incapaces– a aumentar el crédito, aun a clientes solventes.
En Chile, la situación de la economía continúa siendo frágil. Los hogares, adver-samente afectados por altas tasas de desempleo, están cuidando sus ahorros y la incertidumbre en el sector empresarial inhibe la inversión privada. El efecto principal del aumento del precio del cobre es mejorar la situación de las arcas fiscales, pero no tiene gran impacto sobre la demanda privada. A todo esto se une la enorme volatilidad que ha exhibido el tipo de cambio, que, en el régimen de flotación que impera en Chile, ha quedado librado a fuerzas que la autoridad es renuente a contrarrestar, tales como el carry trade y los propios vaivenes del precio del cobre.
Además, el nivel del tipo de cambio está probablemente bien por debajo de su equilibrio de largo plazo. Ya por varios meses, el Ministerio de Hacienda ha venido liquidando divisas del fondo soberano en el mercado cambiario a razón de US$ 40 millones diarios, con el fin de financiar el paquete de estímulo fiscal, deprimiendo el precio de la divisa. Al parecer, las autoridades chilenas no se han percatado de que el Ministerio de Hacienda, al tener activos en divisas casi tan importantes como las reservas internacionales del Banco Central, también hace política cambiaria cuando decide qué hacer o no hacer con los recursos del fondo soberano, o cuando decide incrementarlos.
Así las cosas, el sector exportador no cobre no puede esperar estímulos por parte de la política cambiaria, sino más bien incertidumbres y probablemente una moneda nacional apreciada que no premia los esfuerzos por salir a buscar mercados e invertir en bienes y servicios que puedan tener una demanda en el exterior. En una economía tan dependiente de las exportaciones, esto es una mala noticia.
Por estas razones, no creo que la recuperación chilena sea rápida ni que se puedan retomar las tasas de crecimiento de los 90. Ello no se logró ni siquiera durante la bonanza del cobre entre 2004 y 2008. Menos ahora, que la situación internacional está mucho más compleja y las autoridades económicas no dan visos de haber aprendido la lección.